La aceituna da continuidad a la vendimia riojana
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Del campo a la almazara. Arranca en la localidad de Quel la elaboración de Lectus y Bonarbe en un laborioso proceso donde el tiempo marca la frontera entre el éxito y el fracaso.
El aceite manda una vez que las viñas han dejado de ofrecer su fruto y el vino ya está bajo llave criándose en las bodegas. La aceituna da el relevo a la uva y ahora por los campos las cosechadoras recogen el fruto de los olivos que poco a poco están ganando espacio en las tierras riojanas, espectaculares nuevamente para una buena cosecha. Porque cuando en el sur parece que la aceituna no ha venido tan sana como debiera, en La Rioja, el sol y la lluvia parecen no haber afectado tanto, aunque en estas dos últimas semanas han tenido que acelerar el proceso de forma exponencial ante la rápida maduración de la aceituna. Si septiembre y octubre son los meses de la uva, noviembre es para la aceituna.
Primero se recoge la variedad arbequina, después la koroneiki y por último la arbosana. Pero en un proceso tan rápido que conviene observar en primera persona para reconocer cómo está todo organizado para hacerlo posible.
En dos horas los productores que apuestan por la calidad logran recolectar la aceituna, convertirla en aceite, conservarla en la bodega y embotellarla para su venta final. Al menos es el tiempo que necesitan en Kel Grupo Alimentario para convertir sus aceitunas en selectos aceites como Lectus y Bonarbe, en sus diversas variedades y cómodos envases. «Dos horas empleamos para convertir la aceituna que recibimos en aceite», remarca María Ramírez, gerente de Kel Grupo Alimentario, una compañía que ha cambiado la configuración del aceite riojano, sinónimo de la más alta calidad en modernas instalaciones que parten de un olivar que ocupa cinco kilómetros de manto verde desde Quel hasta Autol, en lo que antes eran minifundios y ahora es una fuente de generación de riqueza gracias al aceite.